El movimiento ciudadano nacido en las redes, heterogéneo y de protesta #democraciarealya ha puesto de manifiesto que entre las diferentes procedencias de sus miembros (colectivo anonymous, mayores, parados, estudiantes, personas sin adscripción política, personas y organizaciones muy ideologizadas, desencantados, antisistema, abstencionistas, altermundistas…), y la utopía de sus propuestas hay un mínimo común denominador: otra manera de entender y hacer política es posible (y necesaria).
¿Pedir la luna, o que mayoritariamente sus componentes se ubiquen en la izquierda sociológica (no encontraremos acampando a demasiados centristas, liberales o a alguien de NNGG) ya es motivo suficiente para descalificarlos (#perroflautas) o decir que están siendo manipulados y que pueden perturbar la paz necesaria para que las elecciones se puedan celebrar con normalidad? Personalmente creo que no.
Un movimiento surgido cuando el descontento social con la política estaba más que abonado y iniciativas similares como #nolesvotes habían intentado cuajar sin demasiado éxito, nos pone otra vez sobre la mesa que en un contexto donde Política y Ciudadanía se alejan cada vez más, unas personas se organizan para despertar del letargo burgués en el que estamos instalados para sacudir conciencias y que aún hay atrevid@s que osan cuestionar el sistema des de dentro.
En función de como los grandes partidos reaccionen a este movimiento se podrá hablar de influencia electoral del #22m. En principio las declaraciones de Esperanza Aguirre apelando al fantasma de la manipulación electoral e insinuando que la utilización política a que está siendo sometido este movimiento, indica que alguna repercusión puede tener y puede movilizar, a la contra, el voto de la izquierda sociológica.
Mientras en el PSOE e IU muestran prudencia y respeto. La situación de sus bases es suficientemente frágil como para no prestar atención a un movimiento con tanta repercusión. Cabe esperar pequeños gestos y guiños destinados a intentar canalizar sinergias conjuntas con estos movimientos.
En lo que sí han coincidido todos los partidos que se presentan a las elecciones es en no acercarse y escuchar las propuestas de este colectivo y adquirir compromisos. ¿Otra muestra más de unas élites políticas faltas de cintura? Me gustaría equivocar y comprobar como algún candidato/a que se acerca a Sol, a Plaça Catalunya o a otras ciudades para escuchar, contrastar y asumir compromisos.
Al tratarse de un colectivo tan heterogéneo, en ningún caso harán un paso público llamando a sus seguidores a votar en un determinado sentido y a unas formaciones concretas. No se identifican con ninguna y perderían toda credibilidad.
Pidamos la luna, sabiendo que no la podemos conseguir, pero seamos hábiles para incorporar estas sensibilidades en la agenda política y darles alguna respuesta. Es la manera de no dejar más ciudadanos en el camino que transita dirección a cuestionar la democracia.